¿Fue escrita en catalán la primera novela americana?




Raimon Balagué, investigador del Institut Nova Història (INH), nos informa que la novela titulada "El Caballero de la Fortuna", también conocida como "Don Claribalte", que está considerada la primera novela escrita en territorio americano, fue una obra escrita en idioma catalán, como parecen confirmar algunos indicios, pero cuyo original en esta lengua desapareció y de la cual solo tenemos ediciones posteriores, traducidas al castellano.

Reproducimos el texto del artículo de investigació de Raimon Balagué, escrito en julio de 2022 y publicado en la web del INH en febrero del año 2023:

"En 1517, en la ciudad de Valencia, capital de Reino de Valencia, en la península Ibérica, el editor gascón Joan Vinhau, en colaboración con el traductor castellano Juan de Molina, publicó una novela de temática caballeresca y de autor desconocido intitulada "Libro del esforçado cavallero Arderique".

En el prólogo de la obra, que va dirigida al caballero y poeta Mossèn Jeroni d'Artés –por aquel entonces todavía doncel–, el anónimo escritor nos dice que la ha traducido de una lengua extranjera al castellano, por cuanto ésta lengua era la más común y aceptada: «El qual como hasta aquí haya estado encerrado en lengua estrangera, a muy pocos era conocido». I, per tant, va haver de fer-la «venir a la lengua castellana a todos en nuestros tiempos la más común y acepta» [1].

Aunque el tópico de la falsa traducción es un recurso muy utilizado en un número considerable de novelas de caballerías durante los siglos XV y XVI, en el caso de Arderique sabemos de forma fidedigna que se trata realmente de una traducción y que la lengua extranjera a la que se hace mención no es otra que la catalana.

En efecto: en el estudio que precede a su edición del Arderique, Dorothy Molloy Carpenter hace una síntesis a juicio de varios expertos en la materia, como Rubió i Balaguer, Albert Hauf, Josep Maria Madurell y Philippe Berger. Y suscribe: «Aunque Arderique, tal y como lo conocemos, se publicó en Valencia en 1517, tenemos referencias que una obra con el mismo título circulaba en Valencia en 1477 y en Barcelona en 1490 y 1500. Desgraciadamente estos tres textos –todos manuscritos y aparentemente en catalán– se han perdido. J. Rubió i Balaguer (en 1955) opina que esta obra catalana fue traducida, a su vez, de un texto original en francés también perdido» [2].

Una vez evidenciado que el tópico de la falsa traducción podía ser más real que ficticio y para poner de manifiesto que el traslado de obras catalanas al castellano era una práctica habitual, nos centraremos ahora en otra novela, también de temática caballeresca, en cuya edición volvemos a encontrar dos de los personajes que ya hemos visto en Arderique: Joan Vinhau y Jeroni d'Artés.

La obra a la que nos referimos lleva por título "Libro del muy esforzado e invencible cavallero de la Fortuna propiamente llamado Don Claribalte, que según su verdadera interpretación quiere decir Don Félix o bienaventurado". Fue editada en Valencia en 1519 por el propio Joan Vinhau y se cierra con unos versos laudatorios de Mossèn Jeroni d'Artés.

A diferencia de Arderique, de "El cavallero de la Fortuna", más conocido por los estudiosos de la literatura como "Don Claribalte", sí sabemos su autor. Éste no es otro que el cronista de Indias Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés.

La novela, que va dedicada a Ferran de Aragón (Fernando de Aragón), Duque de Calabria, del que Fernández de Oviedo fue servidor durante algunos años y que es considerada como la primera ficción literaria escrita en territorio americano [3], también alude al prólogo que fue traducida de la lengua tártara a la castellana.

Dado que, como expusimos sobradamente en un artículo precedente [4], hay indicios sólidos que indican que tras el nombre de Gonzalo Fernández de Oviedo se esconde en realidad el barcelonés Martí de Valdès, es necesario, por tanto, que nos planteamos la posibilidad de que "El cavallero de la Fortuna" hubiera estado compuesta originalmente en catalán y que hubiera seguido el mismo camino que Arderique; esto es, ser traducida al castellano y que el original en catalán desapareciera para siempre.

Si esto fuera así, aparte de ratificar nuestra hipótesis de trabajo, también constituiría otro argumento en favor de la catalanidad de su autor.

¿Es posible, pues, corroborar esta circunstancia?

Para dar respuesta a la pregunta es necesario que avancemos en el tiempo hasta 1558, año que murió en Valencia Mossèn Jeroni d'Artés.

Philippe Berger, autor de exhaustivas y rigurosas investigaciones sobre la imprenta y los libros valencianos desde finales del siglo XV hasta la segunda mitad del XVI, nos advera que en el inventario de bienes que figuran en su testamento constaba su biblioteca personal. Entre los libros que poseía este caballero valenciano había uno que llevaba por título en catalán "Lo cavaller de la Fortuna" (El caballero de la fortuna): una coincidencia que habla por sí sola.

Parece evidente que se trata de la misma obra y, de hecho, Berger así nos lo ratifica: «La biblioteca de [...] Jeroni Artés contiene [...] Lo cavaller de la Fortuna. Su inventario le designa como caballero. Observo que cuarenta años antes, un Jerónimo de Artés, que entonces sólo era doncel [...] es el destinatario de la dedicatoria de Arderique en 1517, y en 1519 Mosén Jerónimo Artés (probablemente el mismo personaje) recomienda a los lectores "El invencible caballero de la Fortuna Don Claribalte" de Gonzalo Fernández de Oviedo, esta novela que se encuentra como por azar entre los estantes de Jerónimo Artés, fallecido en 1558»[5].

Desgraciadamente, a pesar de ser consciente de la evidencia que, al igual que Arderich, Lo cavaller de la Fortuna fue traducido al castellano desde un original catalán, Berger no dice nada más y se limita a tratar la cuestión de forma superficial.

Aunque los argumentos fueran desgranados, por sí solos, ya constituirían una base suficientemente sólida para afirmar que Lo cavaller de la Fortuna fue una obra redactada originariamente en lengua catalana, en la edición de Vinhau, se pueden encontrar algunas particularidades que apuntan en la misma dirección.

Efectivamente, el "Don Claribalte" presenta una estructura narrativa y unas líneas temáticas que inducen a pensar que tal vez su editor no se limitó a publicar una obra traducida, sino que posiblemente tuvo un papel bastante más destacado en la elaboración del obra tal y como puede deducirse de las afirmaciones de Jorge Francisco Sáenz Carbonell: «Según puede notarse, el libro presenta dos cursos de acción muy distintos que casi parecen pertenecer a obras diferentes. En una primera parte, que llega aproximadamente hasta el capítulo XLVIII, la acción es bastante verosímil, y aunque la bondad de armas de Don Félix es sorprendente, no se debe a causas sobrenaturales. En este aspecto, Don Claribalte se asemeja, por ejemplo, a su predecesor Tirante el blanco [...]. Sin embargo, a partir de la aparición de la espada venturosa y de los nigromantes de Sicilia, Don Claribalte cambia abruptamente: como en el Amadís y sus continuaciones, en ella aparecen fenómenos mágicos, un gigante y otros elementos clásicos de los libros de caballerías [6].

Una vez expuestos todos los elementos que hemos ido cribando en el presente artículo, parece obvio, por tanto, que estamos ante una obra que fue escrita en catalán, traducida al castellano y atribuida a un autor que, al menos con el nombre de Gonzalo Fernández de Oviedo, probablemente nunca existió.


Fuente: 


BIBLIOGRAFIA


[1] DOROTHY MOLLOY CARPENTER (ed.), El libro del esforçado cavallero Arderique; Centro de Estudios Cervantinos, Alcalá de Henares, 2000, p. 4.

[2] Ídem, p. IX.

[3] JUAN BAUTISTA AVALLE-ARCE, «El novelista Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés, alias de Sobrepeña»; Anales de Literatura Hispanoamericana, Universidad Complutense de Madrid, Madrid, 1972, vol. I, p. 145.


[5] PHILIPPE BERGER, «À propos des romans de chevalerie à Valence»; Bulletin Hispanique, vol. 92, núm. 1 (1990), p. 95-96.

[6] JORGE FRANCISCO SÁEZ CARBONELL, «El caballero de la fortuna»; Revista Estudios, Universidad de Costa Rica, núm. 22 (2009), p. 189-199.


Itinerario modernista dedicado a la obra de Domènech i Montaner en Barcelona

Itinerario guiado por Barcelona que tiene como objetivo dar a conocer la historia de la antigua Editorial Montaner y Simón a través de una visita a la Fundació Antoni Tàpies, antigua sede de la editorial y obra del arquitecto modernista Lluís Domènech i Montaner, y en dos edificios del mismo arquitecto en la Ciudad Condal que están estrechamente ligados: el Palau Montaner, ahora sede de la Delegación del Gobierno de España en Cataluña, y la Casa Thomas, que hoy acoge la tienda de mobiliario de diseño Cubiñá.

Se da la circunstancia que este 2023 se conmemora el Año Doménech i Montaner.

Fechas:

18.03.2023

15.04.2023

20.05.2023

17.06.2023

16.09.2023

21.10.2023

18.11.2023

Horario: 11.00 h | Duración: 2 h y 30 min | Lugar: Fundació Antoni Tàpies (Calle Aragó, 255, Barcelona) | Idioma: Catalán | Precio: 8 €. Jóvenes hasta 16 años y Amigos de la Fundació Antoni Tàpies, gratuito.

Aforo limitado. Inscripción previa con 10 días antes de la fecha del itinerario: 676 24 37 02 / reserves@ftapies.com

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El término "Vaticano" podria provenir de los celtas

El equipo de investigadores de Barcelona, vinculados al web La Historia Usurpadaha publicado recientemente un artículo, titulado "Los adivinos galos Vat y el origen del Vaticano", donde relacionan la figura de los históricos adivinos celtas, llamados vatos, con el orígen del topónimo del Vaticano. 

La institución católica, que actualmente está establecida en la colina vaticana de Roma, donde se encuentra la Basílica de San Pedro, su sede central, recibe de este topónimo el nombre por el que se la conoce. Sin embargo, se ignora exactamente porque la colina vaticana lleva ese nombre. Algunos expertos atribuyen el término a una incierta diosa etrusca llamada Vatica o Vatika, de la que no se tienen demasiados datos, y que habría tenido su templo en ese lugar.

Sin embargo, los investigadores catalanes van más allá y, mediante el análisis de los lexemas, concluyen que muy probablemente tanto el nombre de la colina como el de la diosa relacionan con los vatos galos, los encargados de vaticinar, como indica el nombre La colina habría sido el punto de encuentro de los adivinos galos, donde debían de realizar sus augurios y rituales, quizás con sacrificios de bestias y de seres humanos . Que posteriormente, la iglesia católica haya decidido situar su sede precisamente en este punto geográfico, donde además encontramos una zona de cementerios, no deja de tener cierto interés.

Como se explica en el artículo, "los vatios galos eran los encargados de hacer los vaticinios (vat-icinios). Estrabón nos explica que estos vatios gozaban de un especial respeto y veneración entre todos los pueblos galos. Eran poetas, videntes y profetas.El vatio se ocupaba del culto, de la adivinación y de la medicina y algunas veces realizaba los sacrificios (incluyendo los sacrificios humanos), bajo la dirección de los druidas."